Qué más producen los accidentes de trabajo además de daño a las personas?
Cómo afecta realmente esto a las empresas?
Un ingeniero norteamericano llamado Kling enunció allá por 1957 una nueva visión sobre los accidentes. Pensaba que asimilar o relacionar los accidentes casi exclusivamente con las lesiones que producía en las personas era una visión sesgada y limitante. Entonces dijo:
“Creo que los objetivos de la seguridad en una empresa deberían expresarse y medirse mejor en término de pérdidas”.
El argumento era bastante simple pero suficientemente iluminador como para gatillar un nuevo movimiento en el desarrollo de la seguridad: cuando ocurren accidentes que dañan a las personas, independientemente de la lesión, producen en el trabajador afectado diferentes tipos de pérdidas: pérdida de su bienestar físico, pérdida de tranquilidad, pérdida de su capacidad de seguir trabajando tal como lo venía haciendo (lo cual se traduce en una rebaja de su sueldo), pérdida de su imagen, de su prestigio, de su orgullo personal, de su autoestima y de otros valores personales.
Pero los accidentes, decía Kling, también producen pérdidas en el activo de la empresa al dañar equipos, maquinarias, herramientas, materiales, productos elaborados, materias primas, etc.
Además producen pérdidas en la capacidad de producción al alejar a las personas de su trabajo y al paralizar maquinarias. Y también pueden producir pérdidas de participación en el mercado consumidor al no poder atender oportuna y satisfactoriamente a los clientes.
Por lo tanto, los accidentes producen pérdidas, y esas pérdidas son el desperdicio evitable de los recursos de la empresa.
Fuente: Repensando la Seguridad, Samuel Sánchez Donoso